Sermones de NAVIDAD

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

Nochebuena (noche)
Navidad (aurora)
Navidad (día)
2º Domingo después de Navidad
Sermones del Prólogo al Evangelio de San Juan

2005. Ciclo B

Nochebuena 
Mt. 1,1-25 ó 1,18-25   (GEP 24/12/05)

"Cristo ha nacido, ¡cantad Su gloria!

Cristo ha bajado del Cielo, ¡salid a Su encuentro!

Cristo está en la tierra, ¡exultad de gozo!

De la Virgen ha nacido, ¡regocijaos con asombro y alegría!

 

 

Así, en el siglo IV, desde su cátedra patriarcal, exhortaba Gregorio de Nacianzo , el patrono de los poetas, a la multitud que se daba cita en su Basílica de Constantinopla, para contemplar, en esta noche santa, el misterio insondable de la Navidad.

Sí: Cristo ha nacido, ¡cantemos Su gloria! , la Gloria que le pertenece porque es Dios; la Gloria que le es dada , porque es hombre: verdadero Dios y verdadero hombre, dos naturaleza unidas en la Persona divina a quien hoy adoramos.

Eterno y fuera del tiempo, hoy se muestra en el tiempo. Cristo ha bajado del Cielo, ¡salid a su encuentro! ... -dice el santo poeta- que es saliendo de nuestro pequeño mundo, de nuestro "yo" y de nuestras preocupaciones minúsculas que podemos ingresar en la inmensidad de la intimidad de Dios.

Ubicuo e inmenso, hoy podemos imaginarlo y verlo en un pesebre, envuelto en pañales, contenido ¡tan pequeño! por los brazos de una virgen. Cristo está en la tierra, ¡exultemos de gozo! -continúa-, que para darnos la verdadera alegría, el Hijo de Dios se ha hecho hijo de María.

Niño indefenso, inerme, de todo necesitado. (¡Alerta José!) Cristo nace de la Virgen , ¡regocijémonos con temor y alegría ! Grande es el amor de Dios, que quiere hacernos, en Cristo, partícipes de su Vida divina, a nosotros, temporales, limitados, también necesitados de todo, y ricos en casi nada.

 

 

'Nadie puede ver a Dios y después vivir', amenazaba el Antiguo Testamento. Y, sin embargo, Aquel cuyo rostro no podía ver el hombre y seguir viviendo, hoy es visto por quienes acuden a la invitación angélica: encuentran al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Y nosotros podemos adorarlo en una imagen, en nuestros belenes porque, para ayuda de nuestra debilidad, hoy se muestra, sin fulgurarnos con su mirada, en el agitar de sus manitas y sus pequeños pies. (¡Alerta José!)

 

 

' La Voz sobre las aguas torrenciales' -como describe al Dios potentísimo el Salmo-, la que habla 'en medio de truenos y terrible fragor', hoy toma medida humana en los febles vagidos de un bebe recién nacido. (¡Alerta José!) Vagidos capaces de conmover al más duro corazón, si algo de humano tiene. Y nosotros podemos oírlo en nuestro corazón, si hay allí suficiente silencio. Que no vocifera desde las tribunas, ni amenaza desde balcones, ni apunta con el dedo desde micrófonos y parlantes, sino simplemente respira quedo y nos mira fijo y tierno este bebé.

Podríamos no haber nacido. Él es. Este mundo, tal como lo conocemos, podría no haber sido creado. Él es. La creación toda podría no haber sido. Él es. Y "por Él han sido hechas todas las cosas que fueron hechas", dice San Juan . También cada uno de nosotros. 'Por Él' hemos sido hechos. Y una vez hechos, podríamos haber permanecido en nuestra mortalidad, en nuestros apetitos de mundo, en nuestras vanidades caducas y pasajeras de hombres, en nuestro destino de vejez y de muerte.

 

 

 

Pero, también 'por Él', hemos sido llamados a lo inesperado, a lo que estaba más allá de todas nuestras expectativas, hemos sido recreados como creaturas nuevas, capaces de recibir la vida de Dios. Para eso se hace uno de nosotros: para que nosotros podamos ser hechos hermanos de Él, de su misma sangre en la cual fuimos bautizados.

Esta es, pues, nuestra fiesta, esto festejaremos a lo largo de la semana que hoy se inicia: la venida de Dios a nosotros para que nosotros nos acerquemos a Dios. Como decía el patriarca y poeta Gregorio -y ¡cuánto padre y cuánta poesía falta hoy en este mundo y en esta Iglesia! -: "no una fiesta pública, sino divina, no jolgorio mundano, sino por encima de las cosas de la tierra. No las futilidades de nuestra anemia, sino la alegría fuerte de nuestra curación, no los placeres de nuestra creación, sino los gozos de nuestra redención" . (¡Alerta José!) No: no las cosas que aparecen en noticieros y diarios, sino las que se murmuran al oído que sabe oír; no las que se ven en adornos y marquesinas, sino las que descubren los ojos que saben ver; no las que nos proporcionan placer porque deleitan nuestro paladar, nuestros oídos o nuestro tacto, sino las que dejan nuestro corazón colmado, jocundo, y lo guardan, sereno, en medio de las inquietudes de este mundo.

 

 

Hoy es día de fiesta, ¡alegrémonos! Hoy nos convoca el Amor, ¡acudamos presto! Hoy la Virgen nos muestra a Jesús, y este valle de lágrimas se torna vergel y paraíso, ¡démosle gracias! Todos cuantos vemos Su gloria, ¡vayamos a adorarlo! Que ya están intrigando quienes buscan al Niño para matarlo. (¡Alerta José!)

 

 

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