Sermones de NAVIDAD

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

Nochebuena (noche)
Navidad (aurora)
Navidad (día)
2º Domingo después de Navidad
Sermones del Prólogo al Evangelio de San Juan

2004. Ciclo A

Nochebuena 
(GEP 24/12/04)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 1-14
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:«¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!»

SERMÓN

"¡Gloria a Dios en las altura y paz a los hombre que ama el Señor!"

        Como canta el profeta Isaías: "Tú, multiplicaste la alegría, has hecho grande el júbilo, y nos gozamos ante Ti como se regocija el que recoge la cosecha... Porque nos ha nacido un Niño, un hijo nos ha sido dado", y aunque es tan pequeño que necesita de los cuidados de una madre joven y de un padre varonil, tiene sobre los hombros - sigue Isaías - la soberanía, y es su Nombre maravilloso Consejero, Dios Fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz (cf. Is. 9, 3. 6). Y, a pesar de ello, de ser Omnipotente Dios, es tan pequeño, que los hombres podrán perseguirlo, echarlo de su patria, y, a su regreso, detenerlo, crucificarlo y hacerlo morir. Y aún hoy lo abofetean y lo burlan y blasfeman contra él y montan horribles espectáculos a los cuales llaman arte y solo reflejan la sordidez de su paupérrimo corazón. Y aún hoy, tan pequeño, tan inerme, que lo vuelven a torturar y matar miles de veces en los cristianos perseguidos, arrinconados y mofados y los mártires que no cesan de derramar su sangre por amor a Él. ¡Cómo quisiéramos, como José, el noble hijo de David, desenvainar nuestra espada para protegerlo! ¡Tan pequeño, tan débil! ¡Cómo quisiéramos, como María, acunarlo y abrazarlo en nuestro pecho. ¡Pequeño Cristo que sufres en todo cristiano sufriente!

        Pero a tu gloria hoy es esta noche que, al menos aquí en este jardín y en nuestras casas, todavía podemos celebrar con alegría y libertad. "Noche Buena" ésta, de cuyo seno, cuando un profundo silencio lo envolvía todo, en el instante de la medianoche , nos fue dado el poderoso Hijo del Padre Eterno, a la vez débil hijo, bebe de María (cf. Sab 17, 14).

        Buena noche sí, porque de no haberse hecho hombre el Hijo de Dios, nosotros no hubiésemos podido nunca, de ninguna manera, trascender la condición meramente humana, mortal, pasible, con la cual nacemos.

        Buena noche, porque Aquel que es " el único Bueno " (Mt 19, 17), la Bondad misma, en Su Amor inconmensurable, nos recrea en el Niño nacido de María, nos permite ahuyentar nuestros vicios, mejorar nuestras virtudes, ser fuertes frente a las tentaciones, valerosos en la búsqueda de lo bello y de lo bueno. Y, al rehacer y rejuvenecer a nuestro hombre viejo, nos regala un ser nuevo que nos hace hijos suyos, hermanos de Cristo y herederos del Cielo, de la Vida Bienaventurada y sin fin.

        "Si conocieras el don de Dios... ", dijo Jesús a la samaritana, para moverla a reflexión, al lado del aljibe (Jn 4, 10). Si en esta noche santa, cada uno de nosotros reconociéramos el Don de Dios y escucháramos Al que habla en el silencio del corazón, seríamos los hombres más felices del mundo. Descubriríamos la razón de ser de la Fiesta (de toda auténtica fiesta), que no es otra que la congratulación del hombre ante las mercedes que recibe de Dios, por Su sola magnificencia, porque Él es rico en misericordia y bondadoso. Y así redescubriríamos el sentido de nuestra vida. En este mundo que condena a tantos a la ignorancia de no saber para qué viven, ni porqué están en el mundo, ni cuál es la maravillosa dirección de la existencia. Condenados al sin sentido de la búsqueda de los bienes que siempre frustran, siempre se gastan, siempre, tarde o temprano, desaparecen.

        El don de Dios es Él mismo ; es su Amor por mí, por vos, por cada uno. No en malón: a cada cual por su nombre. Amor que me ha creado, que me ha recreado, que me mantiene en el ser, que conduce todas las cosas en orden a mi salvación -incluso las que me duelen, las que me disgustan, las que detesto-, y que me quiere junto a Él, sentado a la mesa del banquete definitivo.

        Por eso estamos hoy de fiesta; porque, " donde el amor se alegra, allí hay fiesta ", según gustaba de repetir San Juan Crisóstomo. Y ocurre que el Amor que se alegra es, en primer lugar, Aquel que es y vive Dios mismo, Uno y Trino, y se derrama hacia nosotros. (Nuestro pequeño y olvidadizo amor por Él es tan sólo un débil eco a aquel Amor primero [1 Jn 4, 19]).

        Buena noche, sí. Nuestro festejo navideño -que comienza con esta Misa y continuará mañana y los ocho días subsiguientes de la Octava- es el medio por el cual nosotros nos sumamos al alborozo de la fiesta que vive la Santísima Trinidad eternamente y que se asoma a las nieblas de este mundo en el plácido dormir del niño en brazos de María.

        Navidad no es solo el recuerdo de lo sucedido hace dos mil años. En nuestra miopía para las cosas de Dios, hablamos de ella como si se tratase de algo acontecido. Para Dios, más allá del tiempo, Creación, Navidad y Pascua, Resurrección y Gloria de los que lleguemos, todo es Hoy. Todo es Fiesta, su Amor que se regocija creando, comunicando Su Vida, regalándonos su Don.

        Buena noche. Alegría navideña. A pesar de todas las amenazas y tristezas de esta tierra -que se mezclan siempre a nuestras dichas-, dejémonos ganar hoy por este gozo perfecto que nos viene del Padre Eterno y de Su Hijo, Jesucristo, acunado por María y protegido por José, y del Santo Espíritu, a Quien sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.

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