Sermones de NAVIDAD

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

Nochebuena (noche)
Navidad (aurora)
Navidad (día)
2º Domingo después de Navidad
Sermones del Prólogo al Evangelio de San Juan

2004. Ciclo c

2º DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD
PrÓlogo al evangelio de San Juan
(GEP 04/01/04)

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
Al principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio del Verbo y sin él no se hizo nada de todo lo que existe. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibie­ron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. El Verbo era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Éste es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo.» De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

SERMÓN

En proeza técnica notable, hace unas pocas horas, acaba de descender en Marte, en el cráter Gusev, después de viajar 487 millones de kilómetros a una velocidad promedio de 20.000 kilómetros por hora el vehículo espacial Spirit lanzado el 10 de Junio pasado desde Cabo Cañaveral. En el sitio oficial de la Nasa, (www.nasa.gov) ya se pueden ver las primeras imágenes enviadas por el artefacto. Hace dos días llegaron las fotografías del núcleo de un cometa llamado Wild 1 tomadas por otro móvil espacial del programa Stardust polvo de estrellas, a 387 millones de kilómetros de la tierra. Este vehículo regresará a nosotros trayendo polvo de la cola del cometa. El 29 de enero otro vehículo americano, el Opportunity, enviado el 7 de Julio, descenderá en una quebrada de Marte, Hematite, más al norte. Al mismo tiempo, en cientos de universidades americanas, europeas, japonesas, el conocimiento científico progresa a pasos agigantados en todos los campos del saber, ampliando la visión de la naturaleza y volcándose luego a la técnica, al trabajo, a la creación de riqueza, a la mejora -al menos material- de la vida humana.

Mientras tanto, nosotros tenemos que seguir soportando las palabras vacías de nuestros políticos, aguantando los dislates de nuestros sindicalistas, las intervenciones cavernarias del Estado, las soflamas sociales voluntaristas de nuestros eclesiásticos y produciendo cada vez más pobreza e ignorancia.

Ahora se postula para la Corte Suprema una antigua guerrillera que, después de detenida unos cuantos meses y liberada, luego de haber estado un tiempo en alguna edición de 'Nunca Más', figura aún como 'desaparecida' en algunos listados (p. ej.: www.desaparecidos.org/GrupoF/des/fecha.html). Hizo, gracias a la izquierda internacional, una carrera destacada que la llevó a enjuiciar a cuanto militar se le cruzó en el camino por el mundo. Eso -unido a su vocación abortista y de defensa de no se qué feminismo y de los 'asexuados' o 'bisexuados', o como haya que llamarlos para no caer bajo el mote de discriminador- la catapulta a uno de los sitiales desde los cuales se supone hay que impartir justicia en nuestro país.

La aguerrida 'señora', si hay que llamarla así, se declara atea 'militante'. Al mismo tiempo, entre lo anecdótico sobre lo que basa su ateísmo, afirma la sandez, fruto de ignorancia supina o calumniosa inquina, de que su animadversión a la Iglesia pasa ¡porque habría habido que esperar siglos a que un Concilio declarara que las mujeres tienen alma! La inflada jurista evidentemente no tiene noticias ni de María, ni de todas las mujeres que acompañaron al Señor, ni de la multitud que puebla las listas de santas católicas, ni de la historia del cristianismo y su doctrina. Por otra parte es obvio que ni tiene noción de lo que es el alma, ni podría mencionar jamás un Concilio tan disparatado como el que pretende señalar. Por no decir que es una sinvergüenza digamos que no tiene vergüenza en mostrar, por un lado, su ignorancia y, por otro, su ligero y desenfadado ateísmo y amoralidad.

De todas maneras esta reaparecida mujer quizá sepa mucho de la 'Declaración de los Derechos humanos', al menos en los artículos que convienen a su ideología de izquierda -también según propia confesión-, pero poco sabe de Dios, ni aún en su negación. Porque, obviamente, para ser ateo, uno 'algo' tiene que saber de Dios. Para negar una premisa es necesario tener alguna idea de ella. Distinto sería que se declarara ' agnóstica '. Un agnóstico es el que excluye de su cerebro la posibilidad de conocer la verdad, la realidad. Es el que dice: 'no puedo conocer la verdad; ni si Dios existe o no existe' y, por eso, no se pronuncia. El ateo, en cambio, y más si es militante -como se declara la ilustre doctora Carmen- se manifiesta apto para determinar si Dios -de quien se supone conoce su concepto, si no no podría negarlo- existe o no existe, y se expide por la negativa.

Pero, eso ¿qué significa? ¿De qué estamos hablando cuando afirmamos 'Dios no existe', 'soy ateo'? Suponemos que nos referimos al verdadero Dios: es decir Aquel que es el ser que existe por si mismo y no depende de nada ni de nadie para existir y que, por lo tanto, ha debido existir siempre . En términos más filosóficos: Dios, para todo aquel que se supone entiende este término con alguna seriedad, es el Absoluto. Por el contrario, la realidad universal, el hombre, las cosas que pueblan Marte, Venus, la Tierra o las más lejanas galaxias, dependen en su existencia de otras, están en relación, son relativas a las que las causan o causaron. El mismo universo que conocemos ha surgido al tiempo y al espacio hace 14.700 millones de años y está destinado a extinguirse, evaporarse en radiaciones, en unos cuantos millones de millones de años más. Obviamente no es independiente, es relativo y, aunque dependa de otro tipo de universo, si éste a su vez es dependiente, finalmente hay que llegar a algo o a alguien que no dependa de nada, un 'ab-soluto' -obviamente distinto a este universo, que no es absoluto, sino a todas luces relativo y dependiente-.

A ese Absoluto distinto del universo conocido, trascendente a él, es lo que, por una convención del lenguaje, los cristianos de raigambre indoeuropea, llamamos 'Dios'. Podríamos haberlo llamado de otra manera. Lo que interesa es la realidad, no el vocablo.

Pero cuando viene cualquier personaje y dice 'yo pienso o yo creo u opino que Dios no existe', 'yo soy ateo' ¿qué es lo que en realidad está afirmando?. (Ojo: no el que dice 'estos asuntos no me interesan' o 'me niego a pensar en esas cosas' o 'mi mente no está capacitada para resolver esos problemas' -es decir el agnóstico-. Hablo del que afirma ' soy ateo' .) Pues bien, el ateo, de acuerdo a la noción de Dios que hemos rápidamente expuesto, lo que está afirmando es -contra todos los datos de la observación científica y del sentido común-: el universo no depende de nada, existe por si mismo, no necesita nada trascendente a él para existir, no es relativo, es lo absoluto. Y entonces sucede que ¡el ateo no es ateo!, porque lo que está afirmando es que el universo es el absoluto y, por lo tanto, Dios, aunque no utilice el nombre.

El ateo, pues, que afirma que el universo no necesita de otra cosa para existir está sosteniendo, sencillamente, que el universo es Dios . Es decir que los agnósticos pueden existir, si, pero los ateos no. De los que sostienen que pueden expedirse sobre este problema están, por un lado, los que dicen, aunque no usen la palabra: ' el universo es Dios ' y, por el otro, los que decimos ' el universo no es Dios '. Por supuesto que los primeros tienen que hacer esa afirmación contra toda evidencia de la ciencia que afirma que el universo tiene historia, tiene principio, se gasta, se acabará, no se explica por si mismo, no tiene ningún aspecto de absoluto, ninguna apariencia de Dios.

Pero, claro, ser ateo en este sentido tiene su rico gustito, porque si no existe otra cosa trascendente al universo, a ojos vista el personaje más importante que, por ahora, sepamos que habita en este cosmos divinizado es el hombre . El hombre, dice la mayoría de los ateos históricos, es -¡menuda pretensión!- la conciencia, la inteligencia del universo . Digámoslo sin ambages: el ateo en el fondo afirma "el hombre es la cabeza del Dios que es el universo".

Y así, si sos ateo, te declarás independiente, no relativo, omnímodamente libre, dueño de todo. No existe la moral, no existen leyes que no puedas violar, sos un pequeño dios. De tal manera que todo ateo militante -no el ignorante, no el agnóstico, repito- en el fondo se está declarando Dios o una partecita de Dios. Algunos a sabiendas, otros implícitamente. Así que los argentinos tendremos la gracia de tener una pequeña diosa -no por el aspecto ciertamente- en la Corte Suprema. ¡Dios -el verdadero- nos libre de su interpretación de las leyes y de sus sentencias!

Mientras tanto el Spirit ha bajado en la superficie de Marte; y lo hizo con notable precisión, porque los científicos que lo idearon confiaron justamente en las leyes no inventadas por Kirchner o Moyano o manijeadas por las diosas Argibay y Zaffaroni, sino diseñadas y manejadas por el verdadero Dios.

Como Vds. saben, los últimos veinte minutos del descenso estuvieron librados a la confianza de los científicos en esas leyes físicas con las cuales está escrita la urdimbre del universo. Durante aquellos últimos veinte minutos el Spirit no se podía maniobrar, porque las órdenes que se le envían desde la tierra, a la velocidad de la luz, tardan diez minutos en llegarle y otros tantos en responder si fueron eficaces. Esa última y más crítica parte de su viaje estuvo, pues, automatizada, precisamente en la presunción de que las leyes físicas no están inventadas por los hombres, sino que existen en la realidad objetiva y las maneja previsiblemente la inteligencia que las ha creado.

Que el universo estuviera preñado de inteligencia, de un lenguaje incluso matemático, que estructuraba todas las cosas, eso fue constatado por el ser humano tan pronto se puso a pensar en el cosmos. Desde los griegos a los chinos, pasando por los egipcios y los hebreos, la mayoría de los pensadores se dieron cuenta de que el universo no es polvo inconexo, mezcla caótica de materia, torbellino de átomos o de energía librados a si mismos, sino que está organizado, estructurado en leyes, en relaciones ecológicas, en armonías matemáticas, químicas, físicas, biológicas. El Tao, ' maat ', el pensamiento, la sabiduría, el ' dabar ', la palabra, el 'logos', así llamaron las distintas civilizaciones a este principio arquitectónico inteligente que da concierto sincrónica y diacrónicamente a la realidad, la lleva a su desarrollo a través del tiempo y el espacio, estructura sus leyes físicas, determina su armazón y desenvolvimiento.

A esta inteligencia que impregna la realidad, desde el más pequeño de los elementos hasta la coordinación general del cosmos, los griegos la llamaron Logos, idea, palabra, -término que los latinos tradujeron Verbo-. Los hebreos hablaron de ' hokmáh' , ' Sofía' , sabiduría. Una sabiduría que, más allá de forjar el mundo, las estrellas y las diversas formas de la tierra, sobre todo se mostraba al hombre para llevarlo por el camino de la plenitud. Por eso lo más alto de la sabiduría no era la que permitía conocer la realidad científicamente, sino la que servía para construir al hombre como hombre y llevarlo a la felicidad. En última instancia -Vds lo han escuchado en la primera lectura del Eclesiástico- la Sabiduría suprema se revelaba al hombre en 'la Torah', en 'la ley de Dios'. Lo hemos escuchado: " La Sabiduría hace el elogio de si misma ... 'El Creador de todas las cosas me dio una orden, el que me creó me dijo: « Levanta tu carpa en Jacob, y fija tu herencia en Israel ». Él me creó antes de los siglos, desde el principio y por todos los siglos no dejaré de existir. .." Vuelvan a releer el pasaje en sus casas (Eclesiástico 24, 1-4, 12-16), porque es realmente bello y profundo.

Cuando Juan debe escribir un prólogo a su evangelio, compendiando todo el ser y el actuar de Jesucristo, usa esa antigua noción de Sabiduría, que estaba vertida en un himno -la lectura que acabamos de escuchar- y que los primeros cristianos cantaban -se nos ha perdido la melodía- en sus reuniones litúrgicas. "En el principio era la Sabiduría, Sofía , o la Palabra, o el Logos, o, en latín, el Verbo." " En el principio era el Verbo ".

Una sabiduría, un Verbo, que, a diferencia de los que proclaman otras ideologías, no está encaminada solo a crear inteligentemente el universo y su historia y el hombre y su realizarse -una sabiduría, digamos, que solo sirve para conocer la naturaleza - sino que es, antes que nada, la Sabiduría, la Palabra, el Verbo, con el cual Dios se entiende y expresa a Si mismo . Antes que una sabiduría sobre las cosas y sobre el hombre -que lo es-, el Verbo es el conocimiento exhaustivo que Dios tiene de Si.

Para el evangelio, pues, el Verbo, la Palabra, no es solo la idea o las ideas con las cuales Dios crea al universo, sino la palabra con la cual se entiende a Si mismo, y, si la dice al hombre, a él Se revela, le da a conocer Su intimidad, le muestra lo que es, intenta presentarse, para que el hombre se haga su amigo.

"Y la palabra, la sabiduría, el Verbo, se hizo carne ", es decir, se manifestó en un hombre, en Jesús, que es no solamente el depositario de todas las armonías del cosmos y todo lo que puede saberse sobre el hombre, sino la manifestación que Dios nos hace de Si mismo , revelándonos Su Ser y Su Amor.

Es por eso que conocer y amar a Jesucristo no solo nos ayuda a alcanzar la sabiduría, el conocimiento verdadero sobre el universo y su destino, el modo de realizarnos, a la manera de una 'Torah' viviente, de un 'decálogo encarnado', sino que es capaz de llevarnos a nacer a la Vida de Dios . Por eso, como dice este mismo himno " a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios ". ¡Nada menos!

En este maravilloso evangelio pues, se nos explica, de modo solemne y a la vez sencillo, el porqué del gozo de la Navidad, de Dios revelando Su ser, Su palabra, Su sabiduría, Su Verbo, en un hombre, Jesús, el hijo de María: para que todos los hombres puedan llegar a Dios.

Gran parte de la humanidad charlatana y vana se niega a aceptar esta divina Palabra, prefiere la sabiduría de la diosa democracia, de las diosas Argibay y Zaffaroni, de los gárrulos soberbios de este mundo.

Nosotros, cristianos, pongámonos del lado de la sabiduría de Dios, del Verbo, de su Palabra, tanto la escrita en las cosas y que, aceptada con humildad, permite a los hombres serios llegar con sus vehículos a Marte y traernos polvo de estrellas y cultivar el jardín del mundo, como la que, hecha carne en Jesús , nos da el poder llegar a ser -no 'nacidos de la sangre ni por obra de la carne '-, hijos de Dios, herederos de cielo.

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