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Sermones deL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

1982. Ciclo B

29º Domingo durante el año

Lectura del santo Evangelio según san Marcos     10, 35-45
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir» El les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?» Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria». Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?» «Podemos», le respondieron. Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bau­tismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados» Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud»

Sermón

En otro ropaje y otro lenguaje, pero fondo idéntico, situaciones semejantes a la descripta por Marcos en el evangelio de hoy, se estarán dando a lo largo y ancho del país, en vista al próximo cambio de gobierno, sea a través de la magia aleatoria de las urnas, sea a través del cuartelazo. Pero hoy callemos los fáciles paralelos, para ir al evangelio.

Escena esta tan vergonzosa para ser protagonizada por los apóstoles que, años después de Marcos , cuando el autor de Mateo escribía su propio evangelio, no animándose a dejar tan mal a Santiago y Juan, hace que sea la madre éstos la que haga a Jesús el inoportuno y oportunista pedido. En el ‘día de la madre' Mateo serviría para mostrar cómo, por el hecho de ser madre, no siempre se es una buena madre, aunque siempre haya ‘una sola' para los hijos.

Lucas , que escribe años más tarde todavía, omite totalmente este episodio que deja en posición tan desairada a los apóstoles y transcribe solamente las enseñanzas de Jesús.

Siempre pasa así: sus contemporáneos llamaban a Rivadavia mulato engreído y ladino ” junto a otras expresiones impropias de esta capilla. Hasta el 53 todavía muchos se atrevían ‘académicamente' a criticarlo. Desde entonces, con su avenida más larga del mundo -y más en los días ‘pre' y ‘prodemocráticos' que corren- es un santón intocable.

Algo de eso ha pasado con los relatos evangélicos. Esos discípulos rudos de entendederas -que no comprenderán hasta después de Pascua la misión de Cristo- y ‘réquetehumanamente' muestran en Marcos todas sus debilidades -debilidades que, por supuesto, vencerán luego y coronarán con el martirio-, Mateo y Lucas, tiempo después, por respeto a la memoria de lo que fueron luego, en su madurez apostólica, no se animan a presentarlas.

E hicieron bien. Lo cual no quita que, a nosotros, no nos caiga más simpático Marcos, y nos ayude a ser, así, más tolerantes con nuestras propias miserias y, también -¿por qué no?- con las de los obispos y los políticos.

Porque ¡qué le vamos a hacer! Esto de querer mandar y tener poder, es uno de los instintos más arraigados de la psique humana. Tan arraigado que muchos neurólogos lo atribuyen, junto con el instinto de conservación y de reproducción, al antiquísimo componente ‘reptílico' de nuestro sistema cerebral. Y si bien Freud privilegia al ‘instinto de placer' o ‘libido' sobre el ‘de poder', haciendo a este último derivar del primero, Adler , siguiendo a Nietzsche , lo discute y dice que más profundo y anterior es el ‘instinto de poder', ‘la voluntad de dominio' o ‘la voluntad de poder' y que los complejos más desdichados no son los producidos por la represión sexual, sino los ‘complejos de inferioridad'.

 

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Alfred Adler (1870 - 1937)

Pero eso ya lo afirmaban los antiguos padres de la Iglesia. basándose en un famoso versículo de la primera carta de Juan . El hombre nace inclinado a las ganas de ‘mandar' y de desobedecer, a las ganas de ‘tener' ,y a las ganas de ‘placer'. En sus manifestaciones principales a la primera llamaban ‘soberbia', a la segunda ‘avaricia', a la tercera ‘lujuria'.

En nuestro evangelio de hoy lo que está en juego es la soberbia, el querer mandar y desobedecer. Si Vds. no recuerdan mal, el domingo pasado se trataba de la gana de ‘tener', la ‘avaricia'.

Y así como decíamos que las riquezas no eran un mal en sí, sino que siendo buenas por culpa nuestra o solían transformarse en fuente de distracción y ambición descontrolada y de pecado, así el mandar. De por si aún en sociedades sin pecado o verdaderamente vivificadas por la gracia el mandar y ordenar es necesario para el buen funcionamiento de cualquier grupo o comunidad.

Pero, a causa de nuestro desordenado deseo de mandar o desobedecer en el mundo real la noción de autoridad puede connotar una cierta ambigüedad, ya que, en su ejercicio, siempre está tentada por esta tendencia o ‘fomes'. Ello no justifica de ningún a manera proposiciones extremas como la de los anarquistas. Bakunin afirmaba “ La autoridad es el principio maldito del cual derivan todas las calamidades ”. No: la doctrina tradicional, de sentido común, sostiene que ella es necesaria para la bienandanza de toda sociedad.

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Mijaíl Alexándrovich Bakunin
1814- 1876

Sometida al orden y a la justicia y ejercida virtuosamente es un bien. Su carencia lleva no a la utópica anarquía de los sustentadores de dicha ideología sino a la anarquía de la revuelta constante, la ilegalidad y el imperio de los más fuertes sobre los más desprotegidos.

Claro que siempre tiene algo de antipático tanto en su ejercicio como en el someternos a ella. La tentación del poder es inherente a cualquier posición de mando o superioridad, cualquiera sean estos. Es conocido el dicho de Solyenitzin: “El poder es un veneno […] Cuando el hombre cree en algo superior a todos nosotros, por lo cual es consciente de su limitación, el poder no es aún mortífero. Por el contario para los hombres sin esfera superior, el poder es ominoso. No pueden salvarse de este contagio”.

El obedecer, aún la orden justa, sufrir la merecida represión o reprimenda siempre cuesta, aún a los más virtuosos. El instinto de soberbia, de querer mandar, siempre lleva anejo el de no querer obedecer, ni a Dios, ni a los padres, ni a los semáforos, ni al policía y, menos a los presidentes.

¿Cuál es la solución? ¿Quitar poder a los que mandan porque el poder pide más poder y el poder embriaga? En parte si, controlarlo, -algo de eso pretendió sugerir Montesquieu con su teoría de la ‘separación de poderes'- pero no como hacen hoy las democracias modernas, de tal manera que no puedan domeñar la subversión, el delito y la anarquía. No siempre –y menos en estos tiempos- debilitar al poder evita la tiranía.

¿Hacer que todos los que quieren mandar y no quieren obedecer participen del poder o hagan lo que quieran? Es el caos, hacia el cual nos estamos precipitando y en medio de cuyos primeros síntomas ya nos debatimos.

¿Aumentar el poder y obligar a todos a obedecer? Puede ser una solución transitoria, la ‘dictadura' era una prudente institución de la República Romana, pero, a la larga, forma esclavos y puede producir tiranos, no hombres libres como quiere Dios. No siempre obedecer es bueno. Hay leyes que no son leyes porque son injustas y, bien decía Pedro “ Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 4, 19)”

¿Cuál, pues, la solución?

La de fondo, la que dice el evangelio, cualquiera sea el sistema de gobierno. Todos, autoridades y ciudadanos han de obedecer a Dios y a Su Ley. Y, además, revestirse de la virtud de la humildad. Humildad para servir mandando, humildad para servir obedeciendo. Todo bañado de la Gracia de Cristo.

Porque “el que quiera ser grande, que se haga servidor de Vds. y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” .

1 Jn 2,16 “quoniam omne, quod est in mundo, concupiscentia carnis et concupiscentia oculorum et iactantia divitiarum”.

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