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Sermones deL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

 

1999. Ciclo a

3º Domingo durante el año  
(GEP, 24-01-99)    

Lectura del santo Evangelio según san Mt 4, 12-23
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres» Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

SERMÓN

 

       Frente el palazzo Patrizi, donde funciona la embajada argentina ante la santa Sede, en Roma, se halla la preciosísima iglesia San Luigi dei Francesi, fundada por el cardenal Julio de Médici en el 1518. Es casi un pequeño museo de obras de arte: desde frescos del Domenichino hasta obras de Guido Reni y del Cavalier d'Arpino. Las gemas, empero, de este templo -y por las cuales vale la pena visitarlo largamente- son los tres cuadros pintados por el Caravaggio en 1590 para la Cappella Contarelli -la quinta de la nave izquierda- sobre la vida de San Mateo: ' Mateo y el ángel' , el 'martirio de San Mateo' y, especialmente, el magnífico 'la vocación de San Mateo' . En un abigarrado grupo de empleados contando monedas y gente anónima envuelta en colores sepias, oscuros, se destacan, entrando, a la derecha, iluminado por un extraño nimbo, el torso y la cara de Cristo, señalando con el dedo al hombre elegido; y, a la izquierda, el elegido, Mateo, sorprendido, también extrañamente alumbrado, llevando su mano izquierda, con su índice apuntándose, al pecho, como pidiendo confirmación del llamado. A pesar de ser tantas las figuras del cuadro, solo ellos dos, Cristo y Mateo, cuentan, bañados de luz, en el arte insuperable del Caravaggio.

La escena responde al pasaje en donde los evangelistas relatan el llamado de Leví o Mateo, o el hijo de Alfeo, el publicano que estaba sentado a su mesa de recaudador de impuestos -el telonio- a formar parte de los doce. "De inmediato, dejando todas las cosas" -cuenta Lucas- "le siguió".

Vocación fulminante que si en el caso de los demás discípulos -como nos relata el evangelio de hoy- también supuso el abandono de bienes y de familia, en el de Mateo, significaba no solo la renuncia a una singular posición económica -más bien de rico- como era las de los publicanos, sino una conversión, de un estado al cual todos los judíos despreciaban y consideraban de máxima pecaminosidad, a la santidad y austeridad de vida que suponía seguir al Señor.

Siempre los fariseos reprocharon a Jesús que en sus filas recogiera tan rápidamente a ex pecadores; y, sin duda, que el caso del ex recaudador de impuestos vendido a los romanos siguiendo a Jesús constituyó un escándalo para los judíos durante toda su vida.

De la posterior existencia de Mateo poco se sabe. Papias un autor cristiano que escribe hacia los años 130 d.C. atribuye a Mateo el haber transcripto en hebreo los discursos del Señor. Sería básicamente la traducción al griego de estos escritos, más otros añadidos, lo que en nuestros días conocemos como el evangelio según San Mateo.

Precisamente hoy nos referimos a Mateo porque este año 99, nos toca leerlo en la lectura de los domingos, así como el año pasado leímos a Lucas y el próximo leeremos a Marcos. Vale la pena pues detenernos brevemente en él.

Cuentan algunas tardías tradiciones que, como Mateo o Leví no era un gran predicador, los demás lo dedicaron a escribir y a eso, a su falta de facundia, debemos su evangelio. En eso nos resulta especialmente simpático, en estos tiempos en que entre los de arriba -y los de abajo- sobran los que hablan y pocos saben escribir y mucho menos hacer.

Justamente de hacer se ocupó Mateo, ya que la tradición le atribuye la fundación de comunidades cristianas por todo el norte de Palestina, Siria -especialmente Antioquía- y, luego, incansable, haber seguido trabajando en Persia, terminando sus días en Etiopía donde sufre el martirio. Escena bellamente representada también por el Caravaggio en uno de los cuadros que adornan San Luigi dei Francesi.

Sus restos se veneran actualmente en la cripta del duomo de Salerno, mandado construir en 1077 por el normando Roberto el Guiscardo que había hecho de Salerno la capital de su reino de Apulia y Calabria y lo había puesto bajo el patrocinio de San Mateo, cuyas reliquias había logrado rapiñar a los bizantinos en una de sus tantas correrías de conquista.

Es probable que, tal cual lo tenemos hoy, el evangelio de Mateo no pueda atribuirse en todas sus partes al apóstol. Refleja la problemática de una situación posterior y los biblistas tienden a asignar su redacción definitiva a un cristiano de segunda generación, más bien hacia el último cuarto del siglo primero, seguramente perteneciente a las comunidades fundadas por Mateo en Antioquía.

Su estilo revela un excelente conocimiento del griego, que utiliza con mayor dominio que, por ejemplo, el de Marcos y, al mismo tiempo, un manejo refinado de la tradición rabínica. Muy probablemente este discípulo de Mateo haya sido uno de los tantos rabinos judíos que se convirtieron al cristianismo y que pensaban que podían seguir siendo perfectamente judíos y al mismo tiempo seguidores de Cristo. Pero ya este evangelio que escribe nos muestra -aún defendiendo las tradiciones mosaicas- que la separación entre judíos cristianos y judíos judíos está prácticamente consumada.

Más aún, el evangelio de Mateo nos muestra como ya comienzan a ingresar en la Iglesia no solo judíos sino paganos. Es época en que el cristianismo empieza a ser perseguido, no solo por los gentiles sino también por los judíos que no quieren aceptarlos. Ese ambiente de persecución está perfectamente retratado por Mateo. " Los llevarán a los tribunales y las sinagogas ".

Aunque no aparecen todavía ni sacerdotes, ni obispos, ya existen autoridades, los llamados 'doctores' -probablemente rabinos convertidos- y los 'profetas', o predicadores, que incluso deciden -" reunidos de a dos o de a tres "- en cuestiones de disciplina y de fe. Hay, pues, ya, un comienzo de organización eclesiástica, muy parecida a la sinagogal.

Se ve que el evangelio de Mateo se dirige a gente de buen nivel económico -no hay que olvidar que Antioquía, la antigua capital de los seléucidas era todavía en época romana un ciudad próspera y progresista- . De allí que Mateo esté alarmado por las tentaciones que las preocupaciones de las riquezas puedan traer a los discípulos de Cristo. Esto se nota en todo su evangelio.

Juntando los dichos de Jesús que andaban por allí -escritos o repetidos oralmente- ordena su relato alrededor de cinco grandes discursos del Señor y lo divide en tres grandes partes: 1- la presentación de Jesús , que va desde la concepción virginal de María hasta nuestro evangelio de hoy; 2- el ministerio de Jesús a Israel , que incluye el sermón de la montaña, el discurso misionero y el discurso de las parábolas y, 3- finalmente, la última y tercera parte, que comprende la marcha de Jesús a Jerusalén y su muerte y resurrección , que enmarcan los últimos dos discursos del Señor: uno sobre la Iglesia y otro sobre los últimos tiempos.

De esta estructura se alimentarán nuestras lecturas dominicales de este año. Pero hay que recordar que Mateo escribió su evangelio no para leerlo por pedacitos, como lo haremos aquí nosotros, sino de un tirón, como un relato en donde las partes solo se entienden en el todo. Así tenemos que tratar de leerlo en casa alguna vez, para meternos en el espíritu de Mateo y en la figura que quiere mostrarnos de Jesús y que hemos de meditar este año.

Hoy hemos escuchado el final de la primera parte de su evangelio: la presentación de Jesús, que culmina con su instalación en Galilea, en Cafarnaún, en las tierras de Zabulón y Neftalí. Jesús que había sido rechazado por los judíos, representados por Herodes y Arquelao, ha sido en cambio aceptado y adorado por los paganos, figurados por los magos venidos de Oriente. Por eso, ahora comienza su predicación, no en Judea, sino en territorio de gentiles, que así eran considerados por los judíos los galileos.

Es precisamente la situación de la comunidad cristiana en la época que vive el evangelista. Mateo ya está viendo aquí retrospectivamente la historia de su Iglesia, que no será aceptada por el judaísmo oficial y en cambio se abrirá a los no judíos, a los paganos, a los que viven en el territorio de los gentiles.

Cristo no es solamente el rabino que viene a enseñar a los judíos. Si bien es cierto que toda su predicación la dedicó a sus hermanos de raza, lo ha hecho solamente -explica Mateo- porque debían respetarse los privilegios de Israel, pero, una vez rechazado por estos, su misión -y sobre todo la misión de la Iglesia ha de abrirse a todo el mundo-. Jesús ,según Mateo, es ahora pues el Hijo de Dios que viene a traer la luz no solo a los hebreos, sino a todo el universo: " Galilea o territorio de las naciones, el pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte se levantó una luz ".

Esa acción iluminadora, después de su muerte y resurrección, Jesús la continúa en el mundo por medio de sus discípulos; por ello a esta presentación sigue inmediatamente, en la pluma de Mateo, la escena de la vocación de los primeros discípulos. Y Mateo piensa aquí en su Iglesia de Antioquía y en las que va fundando, todos que han de ser discípulos de Cristo para seguir llevando al mundo la luz de Jesús.

Por eso no podemos separar la proclamación de Jesús como Hijo de Dios, de la vocación de los discípulos, porque esa proclamación continúa en el mundo a través de ellos. Es gracias a los discípulos de Cristo, de generación en generación, que esa fe se ha ido transmitiendo y llegado a nosotros para hacernos a nuestra vez discípulos. Es mediante nosotros como quiere el Señor seguir iluminando el mundo. Eso es lo que querrá hacernos entender Mateo durante todo este año. Eso es lo que tan admirablemente ha retratado con sus magistrales claroscuros el cuadro de la vocación de Mateo del Caravaggio.

Mateo escribió un libro, si, pero, sobre todo, fue discípulo, y quiso fundar comunidades, atraer discípulos. El sería el primero en horrorizarse si convirtiéramos su evangelio en solo un texto de lectura, -el mismo Jesús nunca quiso escribir nada-. Se hubiera sorprendido si le hubieran dicho que sus escritos se transformarían en un texto sagrado. El lo que quería era hacer discípulos, hermanos del Hijo de Dios, dispuestos a todo, hasta dar la propia vida, para llevar la luz de Cristo, en medio de las tinieblas y la ignorancia de este mundo, a todos los hombres. Y lo probó no porque escribió el libro que vamos a leer este año, sino porque, en sus trabajos y su testimonio, lo demostró, él -el que no sabía hablar-, lo demostró con obras.

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