Sermones de ADVIENTO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ



Adviento

1989. Ciclo c

4º DOMINGO DE ADVIENTO 
(GEP 18-XII-1988)

Lectura del santo Evangelio según san Lc 1,26-38
En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo» Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?» El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios» María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho»Y el Ángel se alejó.

SERMÓN 

 

Alguno habrá visto, supongo, algunos años ha, la película “ Recuerdos del futuro ”, basada en una obra del mismo título de Erich Von Däniken , con sus peregrinas teorías respecto de antiguas civilizaciones fundadas por extraterrestres. El filme no lo ví, sí leí el libro y, por lo menos allí, mostraba, como huella de la especializada técnica de estos seres venidos de las estrellas, entre otras cosas, el arca de la alianza. Según Däniker, de acuerdo a la descripción que de ella hace la Biblia, con sus medidas e indicaciones de cómo han de colocarse abrazaderas, cuadernas y revestimientos y cuál debe ser la aleación de los metales que la componen, respondería a un enorme condensador con tensiones eléctricas superiores a los varios centenares de voltios. Condensador que, incluso, usando como magnetos a los querubines que le adornaban, podría haber funcionado de receptor transmisor. Y a estas características corresponderían -según Von Däniken- los fenómenos de relámpagos que a veces rodeaban la aparición del arca, y el que Moisés, por medio de ella, pudiera comunicarse con el Señor –que no sería sino un extraterrestre–.

Y, hablando de la famosa vara de Aarón -esa especie de báculo o cetro que representaba la autoridad sacerdotal del hermano de Moisés- no se de qué manera, Von Däniken descubre que era una especie de pistola de rayos láser.

A pesar de lo disparatado del asunto en aquella época del éxito de la película, me costó algún trabajo convencer a mi sobrino que Von Däniken, aunque sumamente divertido, era un solemne macaneador.

El asunto es que el origen histórico de la famosa arca de la alianza es algo oscuro. La descripción que de ella hace la Biblia fue escrita cuando ya había desaparecido en el saqueo del Templo por las tropas de Nabucodonosor. Y los relatos más arcaicos hablan de ella sin describirla. Es posible, empero, que, en el comienzo, no fuera sino una especie de ‘baúl sagrado' -como los que usan aún hoy en oriente algunas tribus nómades- donde se llevaban los pequeños ídolos u objetos y enseres de culto de la tribu.

Ya en épocas históricas, y cuando comienza a purificarse el concepto de Dios entre los judíos y estaba prohibido representarlo de cualquier manera, el arca estaba vacía de cualquier imagen. Solo se llevaban en ella –dice la tradición– las ‘tablas de la ley' y también –afirman tradiciones más recientes– una porción del maná y la famosa vara de Aarón.

Mientras el pueblo de Israel no se sedentarizó, esta arca, acompañando a la gente y colocada en la tienda de la reunión en el medio del campamento, simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. Más tarde -luego de la conquista de Jerusalén hecha por David hacia el 1005 AC de manos de los jebuseos- fue ubicada en el templo, en la celda principal: el Santo de los Santos.

Una tradición relativamente reciente afirmaba que, antes de la caída de Jerusalén en el 586 AC, Jeremías había alcanzado a sacar el arca y ocultarla en una caverna de los alrededores y que sería redescubierta recién en la época del Mesías, de la restauración del reino.

De todos modos, yendo ya a nuestro evangelio, uno podría preguntarse por qué el evangelista Lucas, de tantos episodios interesantes que deben haber sucedido durante la infancia de Jesús, de tantas conversaciones que habrá habido entre María y José, entre Jesús y sus padres, de tantas anécdotas familiares, por qué se le ocurre a Lucas rememorar este episodio intrascendente, casi baladí en sí mismo, de una visita de María a una pariente.

Y es que, a Lucas, no le interesa la envergadura intrínseca del hecho, sino, en este caso, su significado simbólico y, más aún, la enseñanza que éste podía transmitir a las iglesias de los años ochenta o noventa a las cuales Lucas escribía su evangelio. Una iglesia, comunidad cristiana, ya en norme expansión, de una gran actividad misionera; pero que, como toda sociedad humana, tenía también sus defectos y cosas que enderezar o corregir.

Aquí María es propuesta a los oyentes o lectores de Lucas como el modelo de misionera y predicadora del evangelio, la que lleva a los demás la ‘buena noticia', que trae alegría y salvación.

¿Y qué categorías utiliza Lucas para transmitir esto? ¿qué lenguaje usará? Y, el del antiguo testamento y, precisamente aquí, la figura, la alegoría del arca.

Uno de los episodios precisamente más conocidos respecto del arca de la alianza era y es el de su traslado definitivo a la capital de Jerusalén.

Cuenta la Biblia que el arca, capturada por los filisteos, había producido entre ellos inmensos estragos. Un poco supersticiosamente David, después de recuperarla, antes de introducirla en su ciudad, la lleva a un pueblo de la montaña de Judá, a la casa de un tal Obededom , en donde el arca permanece tres meses. Vayan viendo ya que, también Lucas, dice de María que fue ‘a un pueblo de la montaña de Judá' y que en la casa de Isabel ‘permaneció tres meses'.

Y continúa narrando la Biblia que, por medio del arca, el Señor trajo la salvación, bendijo, a Obededom y toda su familia, multiplicando sus bienes. Así asegurado David –sigue el relato– partió, e hizo subir el Arca de Dios a la Ciudad de David, en medio de una gran alegría. Tanta era la alegría del rey que iba saltando y danzando con todas sus fuerzas delante del Señor.

De la misma manera Lucas hace saltar de alegría al Bautista en el seno de Isabel, a cuya familia llega la buena noticia de la salvación. De tal manera que, aquí, María es interpretada -en la teología de Lucas- mediante la alegoría o figura del arca. Ella es la verdadera arca de la alianza, portadora de la definitiva salvación que lleva en sus entrañas, las verdaderas tablas de la ley, el Verbo de Dios, encarnado y promulgado en la palabra y el actuar de Jesús, el verdadero maná y auténtica vara de Aarón.

Pero, al mismo tiempo, Lucas está hablando a su Iglesia. Y nosotros sabemos -no solo por su evangelio sino también por su otro escrito, el de los Hechos de los Apóstoles- que Lucas añora el dinamismo, entusiasmo, alegría y efusión del espíritu de la primera generación cristiana. Daría la impresión de que la Iglesia lucana, a pesar de su actividad misionera, se ha institucionalizado demasiado, como si la predicación ya se estuviera ajustando a moldes, a frases aprendidas, a enseñanzas catequísticas algo teóricas, a una cierta ética sin calor, a una liturgia sin fibra.

Es por eso que, en todo su evangelio y en los Hechos, Lucas insiste tanto en la necesidad de la oración. De hecho es el evangelista que más habla de la oración. María, la hermana de Lázaro, sentada a los pies de Jesús está haciendo mejor que Marta, moviéndose de un lado para otro. ¿Ven?: es una advertencia a los predicadores que no rezan. Y de la madre de Jesús, varias veces Lucas dice que ‘meditaba y conservaba las cosas en su corazón'.

A esta Iglesia le está faltando oración, parece decir Lucas, por eso ya nadie salta de entusiasmo, ni alegría, ante la salvación; aunque el cristianismo se propague o se mantenga.

María es, contrariamente, el ejemplo de cómo hay que llevar verdaderamente a Cristo a los demás. Insiste Lucas: hay que preñarse de Cristo en la escucha de la palabra, en la meditación, en la introyección de sus enseñanzas, en el imbuirnos de su personalidad y de su vida. Solo así el cristianismo será algo no que se aprenda en libros ni se enseñe en clases ni se remede en ritos, sino que contagie de entusiasmo y alegría, en salvación y Espíritu Santo, en megavoltios y rayos láser.

Por eso es indispensable constantemente renovar en nosotros las navidades. No se trata solo de movernos más, de actuar, de fragotear, de aprender más, de saber más. Eso es necesario, pero no basta. Se trata de ‘vivir' más, de hacer nacer o renacer o crecer a Cristo en nosotros, fecundarnos de Jesús, en oración y escucha, en amistad y semejanza.

Solo la verdadera navidad, la que nos renueva en el Señor, en el hijo de María, la que atiza la llama apagada que debería encender nuestros corazones, solo esa navidad será capaz de hacernos llevar navidad, salvación, espíritu y gozo a los demás, y renovar a nuestra apagada Iglesia -mucha institución, organigramas, palabras, reuniones y prosopopeya- y salvar la patria y la familia.

Que María, arca de la alianza, nos visite y conceda, en estas navidades, algo de ese Verbo, de ese alimento, de esa autoridad que siempre lleva en su seno para nosotros.

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