Sermones de LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ



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2001.Ciclo A

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ  
(GEP 30-12-01)

Evangelio según san Mateo Mt 2,13-15. 19-23 
Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Muerto Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño» El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: Será llamado Nazoreo.

SERMÓN

Ir a Egipto, en época Bíblica, sobre todo en la era ptolemaica y romana, era como internarse en un país del primer mundo. Nada que ver con el Egipto pauperizado por el Islam que, a pesar de sus recientes progresos debidos al apoyo occidental, conocemos. En realidad ya desde tiempos faraónicos el valle del Nilo era un reservorio de tierras fértiles que producían inmensas cosechas de cereales y sostenían abundante ganado. Todos conocemos la lejanísima historia del patriarca José y sus hermanos que, huyendo de la miseria en Palestina, finalmente se radican allí, 1700 años antes de Cristo, hasta las épocas del Éxodo, cuatro siglos después.

A partir de entonces, no solo por motivos económicos sino de persecución política, muchísimos judíos emigraban a Egipto y eran allí relativamente bien recibidos. Muchos de ellos se enrolaban en las fuerzas armadas de los faraones. Se han encontrado restos de un templo judío del siglo V antes de Cristo en Elefantina , al servicio de una guarnición de mercenarios israelitas a cargo de la custodia de la frontera con Etiopía. Pero, cuando la conquista griega y romana hace de Egipto no solo una potencia económica y militar sino también cultural, técnica y universitaria -sobre todo desde la fundación de Alejandría , con su portentosa biblioteca y su museo-, Egipto salta a ser una primera potencia mundial, con un régimen permisivo de inmigración de mano de obra calificada o de intelectuales extranjeros que los gobernantes ptolomeos fomentaban para brillo de su ciudad. Los judíos, aunque tarde o temprano odiados por la población -ya que rápidamente alcanzaban preponderantes puestos tanto en la actividad privada como en el gobierno, sin asimilarse nunca a las costumbres locales y con una fuerte conciencia de su origen-, eran especialmente bienvenidos por los dirigentes, dado que se trataba de gente sumamente capaz e ilustrada. Hay que pensar que, entre los judíos, contrariamente a otros países con una tasa de analfabetismo casi total, la necesidad de conocer la Escritura hacía que hubiera muchísimos hebreos que supieran leer, por lo cual, dentro de sus peculiaridades, constituían un elemento culto y socialmente rico y aprovechable. A pesar de la inquina popular generalizada que despertaban, los gobernantes favorecían sus asentamientos porque contribuían positivamente al aumento de nivel general.

Más aún, en el Egipto contemporáneo a Jesús, desde ya hacía algunos siglos, residían tantos o más judíos que los que habitaban Palestina. Tanto que, como Vds. saben, para su uso, se había tenido que traducir la Biblia al griego -la famosa traducción de los Setenta-.

El camino de Israel a Egipto -unos doscientos, trescientos kilómetros, según la ruta- era pues frecuentemente transitado por idas y vueltas de comerciantes, emigrados, exiliados y parientes de hebreos que allí vivían. No es pues extraño que, ante la amenaza de una acción preventiva como las que acostumbraba Herodes -tanto más con la fortaleza llamada el Herodium , llena de esbirros de Herodes, a la vista de Belén- José haya decidido desplazarse hacia allá. Habrá sentido el corazón dividido entre abandonar a sus parientes de Belén, pocos y mal armados, la mayoría ancianos, cuidando las ancestrales tierras de los descendientes de David, y la urgencia de salvar a ese niño y esa mujer que Dios había puesto bajo su cuidado.

Pero lo más razonable en esas circunstancias era dejar el país y emigrar al primer mundo. Probablemente la sagrada familia no habrá encontrado problemas de visado en la frontera. La magra colecta de sus parientes y la inesperada donación de los extraños personajes de oriente que se habían acercado a ellos, les habrá servido para pagar las tasas de ingreso y aún, quizá, la instalación cerca de Alejandría, la tercera parte de cuya población era judía.

Las tradiciones al respecto no son demasiado fiables: el lugar más reivindicado por los coptos como residencia de José y los suyos en Egipto es Matarieh , cerca de Heliópolis , en las proximidades de la ubicación actual de El Cairo . Allí, solemnemente, los coptos festejan el 1 de Junio como la fiesta de la llegada de la sagrada Familia a sus tierras. Según esta antiquísima iglesia habrían permanecido allí tres años y once meses.

Otros prolongan esta estadía a siete años. Según la edad que haya tenido Jesús al llegar allí -dos años quizá- y el sitio de residencia que haya elegido su padre es probable que el chico haya aprendido el griego , la lengua de las ciudades o el copto , la antigua lengua de los faraones, que todavía hablaban los campesinos y se leía en los textos sagrados jeroglíficos. (Es sabido que copto es el nombre que los árabes entendieron que se daban a si mismos los egipcios ' hikuptah ' -hijos de Ptah- y que los griegos habían transcripto ' aiguptios' . La copta es en nuestros días una de la más antiguas iglesias de la cristiandad -fundada por Marcos- y aunque ahora en extinción por la implacable persecución islámica, antes del aluvión musulmán fue, junto con la iglesia siria y la romana una de las tres más importantes de la catolicidad.) Es lógico que esta iglesia haya dado gran importancia a la estadía de José y sus protegidos en sus tierras y hayan tejido abundantísimas leyendas a su alrededor. Por su parte, en el Talmud, se transmite la acusación judía de que Jesús había ido a Egipto a aprender magia.

Pero dejemos las leyendas y las calumnias. Muerto Herodes, la fibra nacionalista de José no podía soportar más estar en tierra extranjera, por mejor que allá le fuera. Su sangre davídica le reclamaba volver a sus lares. El que estaba