ARTÍCULOS Y CONFERENCIAS
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ
S. TH. D., Prof. Ordinario de la Facultad de Teología de la UCA. Buenos Aires.

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TEOLOGÍA Y CIENCIA

Algunos elementos para la reflexión

- Antes que nada, una consideración de carácter general. La Revelación, de por si, salvo sus posiciones específicas respecto a Dios, la relación de las creaturas con Él y asuntos morales, siempre se integró pacíficamente con los saberes profanos de su entorno cultural, aun erróneos. Y eso desde los mismísimos escritos bíblicos, en los cuales, espontáneamente, en su necesaria referencia al hombre y al mundo, se adoptaban las categorías, llamémoslas 'científicas', de sus respectivos contextos culturales. La confiada constatación de que el sol describe un arco sobre la superficie de la tierra, conocimientos astronómicos, históricos y geográficos primitivos, diagnóstico y etiología de enfermedades, primitiva fisiología del hombre, aparecen dócilmente recibidas por los autores bíblicos. En la aceptación del saber profano sobre el mundo, solo se cuida, en última instancia, de desdivinizar la realidad, existente o presunta, y declararla creatura y sometida a Yahvé. La literatura sapiencial, aunque centrada en la praxis, no carece de palabras de aprecio por la ciencia incipiente de su época.

Los mismos evangelios asumen sin conflicto -no, por supuesto, de modo reflejo- el saber profano de su tiempo común a la gente sencilla. En eso, en realidad, no parecen prestar a la conciencia humana prepascual de Jesús mayores conocimientos que los de su cultura: no aniquila bacilos y microbios, sino que expulsa fiebres y demonios, tiene una visión idílica de los pájaros del cielo que no parece compatible con lo que sabemos por etólogos y ornitólogos de su terrible lucha por la supervivencia ... Ni siquiera los autores neotestamentario hacen que, en Escritura, Jesús se aparte de las interpretaciones corrientes de ciertos pasajes: parece aceptar acríticamente la existencia histórica de Jonás, del episodio de Moisés y las serpientes, la historicidad del encuentro de Salomón y la Reina del Sur.

Análogamente, a un nivel algo más sofisticado, las cartas apostólicas y aún el Apocalipsis. Alguna actitud mal interpretada del cuerpo paulino (I Cor 1 y 3) contra la sabiduría humana se refiere a las falsas gnosis, de ninguna manera a la ciencia como tal.

Ya claramente desde los Apologistas, la Iglesia, en diálogo con el paganismo, pretende fundar, inculturar y entender su fe a partir de los conocimientos científicos de la cultura greco romana. Que, aparte la metafísica, no otra cosa pretendía ser la filosofía en aquella época. Esto es importante recalcarlo: el cristianismo, en sus inicios, no dialoga con las religiones, a las cuales rechaza en forma global -véase Arístides y su Apología -, dialoga con la razón, con la ciencia, y la asume en cosmovisión cristiana. Valga mencionar a Justino cuya 'semilla del Verbo', contrariamente a la interpretación de Dupuis, no se halla en las religiones sino que se identifica con la razón concedida a todo hombre por naturaleza [Cf. Henry Donneaud, Revue Thomiste 102 (2002) 56].

Ya conocemos la atracción que ejerce en los Padres el platonismo y aún el neoplatonismo. El Timeo , casi aceptado al pie de la letra como fuente del saber sobre el cosmos. Mencionemos también el intento de concordar los conocimientos científicos de la época con la Escritura, que se observa, por ejemplo, en los comentarios al Hexamerón . V. g. el de San Basilio . Se podrá discutir o no el éxito de esos compromisos, pero no el intento en si y el espíritu de éstos. Era verdad asumida la continuidad del logos en la naturaleza, en la Escritura y en Cristo. La continuidad entre Creación y Redención. Y hay que decir que la tradición patrística, sin poseer una hermenéutica adecuada, mediante los sentidos alegóricos, tropológicos y anagógicos, logró muy bien evitar todo fundamentalismo e integrar las afirmaciones bíblicas a los nuevos paradigmas de la ciencia helénica.

- De más está hablar a Vds. de la integración medieval, siglo XIII, cuando se asimila plenamente la metafísica y ciencia aristotélica. O cuando se condena al averroísmo con su doble verdad.

Desde el catolicismo, a comienzos del siglo XVII el problema no será tanto un enfrentamiento de la fe o de la Escritura con los nuevos paradigmas científicos inaugurados por Bacon , Galileo , Torricelli , luego Newton , sino de la vieja ciencia aristotélica con éstos. No hubo pugna de ciencia y fe, sino de científicos con científicos y, casi todos, científicos católicos o, al menos, cristianos. Recordemos la pacífica aceptación por parte de la Iglesia de la teoría copernicana, cien años antes de Galileo.

Enfrentamientos posteriores con la fe se dan no desde la ciencia sino desde la filosofía. Piénsese en el positivismo, en el marxismo, que abusivamente toman el nombre de científicos porque reducen a priori el saber a lo que puedan alcanzar las ciencias empíricas. Reducción del saber no solo al plano de las causas segundas, sino a las solas eficiente y formal, abominando toda teleología. Sin causas finales, imposible dialogar con la teología.

De todos modos, conflictos parciales de la Iglesia o de algunos católicos con adquisiciones de la ciencia que podían parecer contrarias a afirmaciones supuestamente católicas, no pueden ensombrecer la confianza primaria y fundamental que el catolicismo ha tenido siempre en la razón y la ciencia.

Distinta es la posición protestante, su fideísmo de base, su desconfianza en la razón, su Sola Scriptura. Cuando se habla de las relaciones de la fe y la razón, o de la religión y la ciencia, es importante que no nos metan en una misma bolsa a católicos y no católicos. No está de más recordar que el primero que se desata en injurias contra Copérnico enarbolando contra él la Sagrada Escritura fue el mismísimo Lutero.

Claude Allègre , ex ministro de educación de Francia, en Dieu face à la science (Fayard 2000) acusa al protestantismo fundamentalista americano, en primer lugar, pero también a los fundamentalistas judíos y musulmanes, de empastelar artificialmente las relaciones entre ciencia y fe. Inculpación que no extiende a la Iglesia Católica.

- Hay que decir, empero, que en nuestros días, se da, en algunos teólogos católicos, una cierta desvalorización del papel de la razón. Aunque directamente no toca el diálogo con la ciencia, al menos con las ciencias duras, es muy difícil, por ejemplo, que un científico se siente a dialogar con alguien que descrea de las posibilidades demostrativas de la teología fundamental. Lo que no se puede demostrar ni siquiera en su racionabilidad de base, aún como hipótesis, no existe para la ciencia. [Hay un buen artículo sobre la historia de la teología fundamental en los últimos decenios, en el ámbito francófono, de Yves Labbé en el último número de la RevSR ].

- Curiosamente, debemos apuntar, en honor de los protestantes y, ahora, de los escrituristas en general que, si en el campo teológico hay una disciplina que ha adoptado métodos realmente científicos de investigación y diálogo con las ciencias afines -historia, arqueología, lingüística- ella es la ciencia bíblica. Y, cuando se habla de diálogo de la teología con la ciencia, no debemos olvidar que, en muchos sectores católicos -aún de elevado nivel teológico o magisterial-, falta todavía un verdadero diálogo, precisamente con ésta ciencia y su integración con la dogmática. " Destructores de la fe " leí el otro día en una revista católica, hablando de los escrituristas. Problema que, digo de paso, toca muy de cerca la catequética. Hay catecismos -incluso a altísimo nivel- y catequistas de todo tipo que realmente dan lástima en su inadaptación a los datos escriturísticos y a los postulados comunes de la ciencia, y que producen, aún en la gente común, conflictos artificiales.

- El tomismo tradicionalista no parece haber estado, en general, a la altura de las circunstancias. Se ha querido seguir enseñando materias que lindan necesariamente con lo científico leyendo pedisecuamente la Contra Gentes , el De Anima , el in Phsicorum , De caelo et mundo , De generatione et corruptione , [hace poco se publicó en nuestro medio una traducción castellana del De Motu Cordium ], cuanto mucho purgando los textos -también en teología se ha hecho- de los datos científicos ya evidentemente perimidos, y con eso empobreciendo el texto tomista y reduciéndolo, sin su pie a tierra empírico, a consideraciones abstractas. No hemos visto demasiados intentos de renovarlo desde el suelo de los nuevos conocimientos, lo cual, aparte la pereza para pensar que caracteriza nuestra época y otros motivos, ha hecho caer al tomismo, salvo en ciertos medios académicos especializados, en injustificado descrédito. Nuestra experiencia en Villa Devoto con nuestros alumnos. Es necesario recuperar el espíritu verdaderamente tomista y recurrir, tal como él lo hizo con la ciencia de su época, a los datos objetivos y a los nuevos paradigmas de la ciencia contemporánea.

Desde la Trinidad que abreva su inteligencia en la analogía psicológica -dato científico de la época de San Agustín, mejorado por la teoría del conocimiento aristotélica- pasando por todos los tratados, no solo los de Creación y Antropología, llegando a la mismísima moral y aún a la escatología, nuestra teología debería alimentarse con los datos de la astrofísica, la física -no se pude seguir hablando de la materia dualísticamente como se hacía antes, a pesar del hylemorfismo tomista-, la psicología, el psicoanálisis, la sociología, la biología, la etología, para que nuestras afirmaciones adquieran verdadera mordiente en los mejores espíritus contemporáneos y en la credibilidad intrínseca de nuestra fe. [Sobre el prestigio popular de la ciencia, baste mencionar que la revista de divulgación científica " Muy interesante" es la que más se vende en nuestro país y España, especialmente entre la juventud])

- Tampoco parece exacto afirmar que la teología moderna se cerró, después de Trento, en la polémica antiprotestante. Fue sin duda su principal interlocutor durante bastante tiempo. Pero también lo fueron los filósofos. Teólogos católicos, con mayor o menor fortuna, dialogaron con Kant, con Hegel, más recientemente con Marx. El siglo pasado adoptó en muchos de sus teólogos categorías existencialistas, heideggerianas, bergsonianas. Y a lo mejor eso mismo puede haber parecido haber alejado al dogma de la ciencia. Porque en el caso de que debiéramos aceptar que la teología católica transitó caminos de pensamiento lejanos a la ciencia, es necesario decir que fueron, antes que los teólogos los filósofos, no los teólogos, los que se alejaron de ella para sumergirse en los brumosos ámbitos del sujeto, como bien lo demuestra Tresmontand .

Quizá hayamos perdido demasiado tiempo dialogando con filósofos, políticos, hombres de cultura en general, encerrados en su subjetividad, utopías y esteticismos, en lugar de hacerlo con la ciencia.

- Porque, además del ping pong purificador que significa cotejar constantemente los datos de la ciencia con las afirmaciones de la teología, si hay algo que pueden contagiar las ciencias empíricas y sobre todo las ciencias duras a nuestra disciplina es su respeto por el objeto, por la realidad, y su rigor lógico y matemático para encararlo. Es imposible dialogar desde la teología con el que hace epojé entre el saber y la realidad, cortando los lazos entre la subjetividad y el objeto, identificando el 'percipi' y el 'esse'. El científico, por más que sepa que ciertas teorías son provisorias y expresadas en categorías simbólicas, por no decir analógicas, siempre, como el verdadero teólogo católico, lo que pretende es alcanzar el ser . Aún por una cuestión de seguridad, porque si lo maneja mal, sabe que es capaz de explotarle en la cara.

- Más aún, la ciencia, como la teología, conserva la capacidad de referirse a realidades experimentadas indirectamente y expresadas, como acabo de decir, análogamente: la estructura del átomo, por ejemplo, los electrones, los quarks, solo se conocen a partir de sus efectos, jamás entrarán en el campo de nuestra percepción directa.

Saliendo de su campo propio, la ciencia empírica, el científico, si no está condicionado por aprioris filosóficos, está mucho mejor preparado que el filósofo subjetivista y el político y el macaneador en general, para introducirse en las ciencias metafísicas y de allí a la fe.

Algunas citas pontificias

1943, Pío XII , Divino afflante Spiritu , 30 de Septiembre:

"... el intérprete católico, movido por un amor eficaz y esforzado de su ciencia y sinceramente devoto a la santa ma­dre Iglesia, por nada debe cejar en su empeño de emprender una y otra vez las cuestiones difíciles no desenmarañadas todavía, no solamente para refutar lo que opongan los adver­sarios, sino para esforzarse en hallar una explicación sólida que de una parte concuerde fielmente con la doctrina de la iglesia y nominalmente con lo por ella enseñado acerca de la inmunidad de todo error en la Sagrada Escritura, y de otra satisfaga también debidamente a las conclusiones ciertas de las disciplinas profanas. Y por lo que hace a los co­natos de estos esforzados operarios de la viña del Señor, recuerden todos los demás hijos de la Iglesia que no sólo se han de juzgar con equidad y justicia, sino también con suma caridad; además de que todos deben estar alejados de aquel celo poco prudente con el que se juzga que todo lo nuevo, por el hecho de serlo, debe ser impugnado o tenerse por sospechoso " EB 649.

1988, Juan Pablo II , 1° de Junio, Mensaje al Director del Observatorio Astronómico Vaticano :

"La unidad que percibimos en la creación ... parece reflejarse y reforzarse en los hallazgos reveladores de la ciencia contemporánea... Basta observar el increíble desarrollo de la investigación científica para detectar un movimiento subyacente que se dirige hacia el descubrimiento de una ley y un proceso que unifique la realidad creada y que al mismo tiempo haya dado lugar a la vasta diversidad de estructuras y organismos que constituyen tanto los mundos físico y biológico, como psicológico y sociológico ...

"Esta unificación puede combinar maravillosamente descubrimientos realizados en los campos cosmológicos y subatómicos y arrojar luz sobre el origen del universo y eventualmente sobre el origen de las leyes y constantes que regulan su evolución ..."

" Desde el momento en el que los descubrimientos científicos se hacen patrimonio de la cultura intelectual del tiempo, los teólogos deben comprenderlos y probar su valor al explicitar algunas de las posibilidades de la fe cristiana que no hayan sido aún expresadas ."

1992, Juan Pablo II , 31 de Octubre, discurso en lengua francesa a los participantes de la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, sobre el caso Galileo .

...L'émergence du thème de la complexité [ l'émergence de la complexité en mathématiques, en physique, en chimie et en biologie ] marque probablement, dans l'histoire des sciences de la nature, une étape aussi importante que le fut l'étape à laquelle a été attaché le nom de Galilée, alors qu'un modèle univoque de l'ordre semblait devoir s'imposer. La complexité indique précisément que, pour rendre compte de la richesse du réel, il est nécessaire de recourir à une pluralité de modèles.

Ce constat pose une question qui intéresse scientifiques, philosophes et théologiens: comment concilier l'explication du monde -et ceci dès le niveau des entités et des phénomènes élémentaires- avec la reconnaissance de cette donnée que "le tout est plus que la somme des parties"?

Dans son effort de description rigoureuse et de formalisation des données de l'expérience, le scientifique est conduit à recourir à des concepts métascientifiques dont l'usage est comme exigé par la logique de sa démarche. Il convient de préciser avec exactitude la nature de tels concepts, pour éviter que l'on ne procède à des extrapolations indues qui lient les découvertes strictement scientifiques à une vision du monde ou à des affirmations idéologiques ou philosophiques qui n'en sont nullement des corollaires. On saisit ici l'importance de la philosophie qui considère les phénomènes aussi bien que leur interprétation.

Pensons, à titres d'exemple, à l'élaboration de théories nouvelles au niveau scientifique pour rendre compte de l ' émergence du vivant . En bonne méthode, on ne saurait les interpréter immédiatement et dans le cadre homogène de la science. Notamment, quand il s'agit de ce vivant qu'est l'homme et de son cerveau, on ne peut pas dire que ces théories consitutuent para elles-mêmes une affirmation ou une négation de l'âme spirituelle, ou encore qu'elles fournissent une preuve de la doctrine de la création, ou au contraire qu'elles la rendent inutile....

...Ainsi la science nouvelle, avec ses méthodes et la liberté de recherche qu'elles supposent, obligeait les théologiens [del tiempo de Galileo] à s'interroger sur leurs propres critères d'interprétation de l'Ecriture. La plupart n'ont pas su le faire.

...En vertu de sa mission propre, l'Eglise a le devoir d'être attentive aux incidences pastorales de sa parole. Qu'il soit clair, avant tout, que cette parole doit correspondre à la vérité. Mais il s'agit de savoir comment prendre en considération une donnée scientifique nouvelle quand elle semble contredire des vérités de foi. Le jugement pastorale que demandait la théorie copernicienne était difficile à porter dans la mesure où le géocentrisme semblait faire partie de l'enseignement lui-même de l'Ecriture. Il aurait fallu tout ensemble vaincre des habitudes de pensée et inventer une pédagogie capable d'éclairer le peuple de Dieu. Disons, d'une manière générale, que le pasteur doit se montrer prêt à une authentique audace, évitant le double écueil de l'attitude timorée et du jugement précipité, qui l'un et l'autre peuvent faire beaucoup de mal.

...Il faut répéter ici ce que j'ai dit plus haut. C'est un devoir pour les théologiens de se tenir régulièrement informées des acquisitions scientifiques pour examiner, le cas échéant, s'il y a lieu ou non de les prendre en compte dans leur réflexion ou d'opérer des révisions dans leur enseignement.

...On peut tirer de l'affaire Galilée un enseignement qui reste d'actualité par rapport à des situations analogues qui se présentent aujourd'hui et peuvent se présenter demain.

...En réalité, l'Escriture ne s'occupe pas des détalis du monde physique, dont la connaissance est confiée à l'expérience et au raisonnement humains. Il existe deux domaines du savoir, celui qui a sa source dans la Révélation et celui que la raison peut découvrir par ses seules forces. A ce dernier appartiennent notamnment les sciences expérimentales et la philosophie. La distinction entre les deux domaines du savoir ne doit pas être comprise comme une opposition. Les deux domaines ne sont pas purement éxtérieurs l'un à l'autre, ils ont des points de rencontre. Les méthodologies propres à chacun permettent de metrtre en évidence des aspects différents de la réalité.

...Ce qui importe, dans une théorie scientifique ou philosophique, c'est avant tout qu'elle soit vraie ou, du moins, sérieusement et solidement établie.

Algunos libros

Allègre, Claude Dieu face à la science Fayard (Paris 2000)

Arnould, Jacques Dieu, le singe et le Big Bang. Quelques défis lancés aux chrétiens par la science Cerf (Paris 2000) 154

Arnould, Jacques; Vincent, Jean-Didier La dispute sur le vivant Desclée (Paris 2000)176

Denton, Michael L'évolution a-t-elle un sens? Fayard (La Flèche 1997) 540 [traducido del inglés, Nueva Zelanda: The long chain of coincidence ]

Farouki, Nayla La foi et la raison. Histoire d'un malentendu Flammarion (France 1996) 322

Gesché, Adolphe Dio per pensare 4 Il cosmo San Paolo (Milano 1997) 221

Gesché, Adolphe et al. Création et salut FUSL (Bruxelles 1989) 170.

Jaki, Stanley L. La ciencia y la fe. Pierre Duhem Encuentro (Madrid 1996) 259

Leprince-Ringuet , Louis "Fois de physicien!" Testament d'un scientifique Bayard (Paris 1998) 172

Lonchamp, Jean-Pierre, La création du monde Desclée (París 1990) 142

Lonchamp, Jean-Pierre, Science et croyance Desclée (Paris 1992) 235

Minois, Georges L'Église et la science. Histoire d'un malentendu, ** De Galilée à Jean-Paul II Fayard (Courtry 1991) 526

Minois, Georges L'Église et la science. Histoire d'un malentendu, * De Sain Augusin à Galilée Fayard (Mesnil-sur-l'Estrée 1990) 484

Polkinghorne, John Ciencia y teología. Una introducción Sal Terrae (Santander 2000) 198

Polkinghorne, John Ragione e realtá. Relazione tra scienza e teologia con el ensayo introductorio de Emilio di Domenico La nascita del figlio nell'anima Italica (Pescara 1995) 241

Riaza Morales, José María La Iglesia en la historia de la ciencia BAC (Madrid 1999) 319

Sayés, José Antonio Ciencia, ateísmo y fe en Dios EUNSA (Pamplona 1998 2 ) 424

Sokal, Alan-Bricmont Jean Impostures intellectuelles Odile Jacob (Paris 1997) 276

Tresmontant, Claude Ciencias del universo y problemas metafísicos Herder (Barcelona 1978)

Trevijano Etcheverría, Manuel Fe y ciencia. Antropología Sígueme (Salamanca 1997) 325

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