CREACIÓN, METAFÍSICA CRISTIANA Y NUEVA ERA
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ

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4. Conclusión.

4.1. Esta es la gran diferencia que existe, pues, entre el cristianismo -la Metafísica 2 - y todas las demás religiones o filosofías -la Metafísica 1 -.

La segunda está fundada en el concepto de creación y en la afirmación de la existencia del Ser por esencia, Uno, Absoluto, Perfecto, Eterno y, por libre creación de Éste, del ser contingente, dependiente, relativo, múltiple, temporal, limitado.

Para la Metafísica 1 existe solo un Ser, a la vez Uno y múltiple, temporal y eterno.

Para mantener estas afirmaciones debe violar necesariamente el principio de no contradicción o suprimir como ilusoria una de las maneras de manifestarse de este Absoluto: o su unidad o su multiplicidad.

Para esta Metafísica 1 el hombre ya es divino por nacimiento, lo natural ya es sobrenatural. Solo tenemos que sacar de nuestra inteligencia y fuerzas el conocimiento y las técnicas necesarias, para poder surgir divinos de las ataduras del cuerpo, del engaño del tiempo y el espacio, del sufrimiento y oscuridad de la materia. El hombre o la humanidad, sin necesidad de Cristo ni de Dios, pueden inaugurar la nueva 'Era de Acuario', el 'nuevo Orden Mundial', una vida y una sociedad sin conflictos y de perenne paz.

Para el cristianismo, en cambio, el hombre y el cosmos no son más que creaturas, y, para peor, ni siquiera permanentes: destinados ambos, si cerrados en sí mismos, a perecer, a desgastarse, a morir. Pero el que es verdaderamente Dios puede salvarlo, y rescatándolo de su límite, de su tiempo y su espacio, elevar al hombre hacia sí, hacerlo Su hijo, hacerlo partícipe de Su divinidad. En realidad para eso lo creó.

4.2. En resumen: la "New Age" es un nuevo intento de la soberbia impenitente del ser humano de construir el mundo, de lograr la felicidad, prescindiendo de Dios, declarándose dios a sí mismo. Es una nueva forma de la vieja tentación de la serpiente: " coman del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal y serán como dioses ".

Precisamente, al mostrarnos el capítulo 3 del Génesis el paradigma y patrón de todo pecado, nos describe, en forma mítica, la ideología común a la Metafísica 1 -la de la gnosis, la del neoplatonismo, la del budismo, la de la Nueva Era-: la tentación permanente del hombre de realizarse desde la pura naturaleza, declarándose divino.

De todos modos, en gran parte de sus ingenuos cultores, esta doctrina errónea no hace sino desviar deseos legítimos. Porque también el cristianismo quiere que seamos 'como dioses': hijos de Dios. Pero eso no lo lograremos por medio de la gnosis, de la falsa ciencia, de las solas fuerzas humanas -que son impotentes para ello- sino por la gracia, por don 'hipercósmico', 'sobrenatural'. Y 'a los que lo reciben, a los que creen en su nombre', a ellos sí les da, precisamente lo que no son capaces de darles ni la serpiente, ni la New Age: 'el poder de llegar a ser hijos de Dios. ' Allí habrá finalizado la creación:

"La Iglesia a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jesús y en la cual, por la gracia de Dios, conseguimos la santidad, no será llevada a su plena perfección sino 'cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas' (Act 3, 21) y cuando, con el género humano, también el universo entero, que está íntimamente unido con el hombre y por él alcanza su fin, será perfectamente renovado (cf. Ef. 1, 10; Col. 1, 20; 2 Pedro 3, 10-13)"
Lumen gentium , 48.

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