CREACIÓN, METAFÍSICA CRISTIANA Y NUEVA ERA
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ

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1. El pensar metafísico

1.1. Metafísica y ciencia.

1.1.1. De las diversas componentes que forman el difuso espectro del movimiento llamado New Age o Nueva Era, el ángulo filosófico o metafísico sea quizá el más fácilmente definible.

Como sabemos, si las ciencias naturales tratan de investigar aspectos parciales de la realidad, -p. ej., la zoología , los seres vivientes; la física y la química , la materia - la metafísica trata de preguntarse simplemente sobre todo, sobre el conjunto de los seres sin excepción alguna, y determinar las condiciones de su existencia y sus fines últimos.

La pregunta que hace el filósofo o el metafísico no es la que hace el zoólogo: ¿qué y cómo es el animal ?; ni el físico: ¿qué, y cómo es la materia ?; sino ¿qué, cómo, por qué, y para qué es Todo lo que Existe ?

1.1.2. Esta pregunta sobre el Todo, sobre el Ser, es tanto más justificada, por cuanto la realidad -al menos lo que cae bajo la observación de nuestros ojos- se presenta como un universo, como un cosmos, como una totalidad coordinada. Desde los niveles microscópicos, hasta los macroscópicos, todo se observa organizado, relacionado, entrelazado por lazos de atracciones, repulsiones y combinaciones que hacen que ninguna parte está aislada y que el cosmos se presente como una gran unidad ecológica en la cual ninguna porción de ésta puede tocarse sin que se afecte de algún modo todo lo demás. El Todo del Universo aparece no, pues, como una polvareda de cosas sueltas, sino como una admirable maquinaria unificada por esas relaciones tanto espacial como temporalmente.

1.1.3. Aunque la ciencia moderna ha mostrado más palpablemente la organicidad del cosmos y su regulación global que, mediante leyes universales afecta desde lo más pequeño de los átomos a lo más inmenso de los cuerpos estelares, ya la antigüedad percibió al universo como algo organizado, estructurado en una totalidad por una idea, o plan, o estructura rectora, que daba unidad y armonía al conjunto.

Pero el pensamiento del hombre, antes de la racionalización introducida por el pensamiento griego y, sobre todo, por la ciencia matemática moderna, se hacía esta pregunta más mediante símbolos, comparaciones y figuras poéticas, que mediante conceptos filosóficos o científicos precisos. Las grandes concepciones metafísicas -es decir, las grandes cosmovisiones- se ofrecían en forma de mitos, de relatos, de comparaciones y así nos han llegado en los escritos y monumentos de las antiguas religiones o filosofías tanto de oriente, como de amerindia, como del lejano oriente.

1.1.4. Una de las figuraciones más comunes a todas estas religiones y filosofías era concebir al universo a la manera de un ser viviente, más aún: de un ser humano.

Al hombre se lo veía como la conjunción de un principio vital, organizativo, unificante: el diseño, el plan, el proyecto -el alma - y, otro, puramente material, a modo de los ladrillos de la construcción -la materia, el cuerpo -.

Así también trataba de entenderse al cosmos, al mundo, al Todo. Éste estaría formado por un gran principio organizador, planificador, -el alma del mundo - y, otro, el conjunto de los elementos a ser organizados, los ingredientes, o componentes, -la materia -.

Al principio organizador, al alma del mundo , lo identificaban o representaban con lo de arriba: lo celeste, el Cielo , con su máximo exponente, el sol . A la materia se la identificaba con lo de abajo, la Tierra .

En estas representaciones lo celeste era más bien masculino, viril: el Cielo Padre . Lo terreno, lo material, era en cambio, el principio femenino: la Tierra Madre .

De tal manera que a la totalidad, al universo, al cosmos, se lo llamaba "el Cielo y la Tierra". Ellos serían el alma y el cuerpo del Uno, del Todo, del Universo.

Con estas representaciones o realidades o símbolos o mitologemas más o menos elementales la mayoría de los pueblos han elaborado su metafísica o concepción del mundo.

1.1.5. Ahora bien, existe entre el público en general el concepto de que la metafísica trata de cuestiones abstrusas, para las cuales la inteligencia media es incompetente. La metafísica estaría reservada a filósofos de Academias y Facultades de filosofía, a aburridos conferencistas, a tediosos volúmenes que solo leen algunos extravagantes o excéntricos. O, peor, la metafísica sería el conocimiento esotérico de algunos que, por medios mágicos o parapsicológicos, han alcanzado conocimientos ocultos.

Por otra parte, cuando se hace alusión a la metafísica o a la filosofía se piensa que ese es un terreno donde nadie se pone de acuerdo y en el cual priman las opiniones subjetivas. Bastaría abrir un libro de historia de la Filosofía para darse cuenta de que hay tantas filosofías o metafísicas como autores, cada uno con su vocabulario y con sus construcciones abstractas.

En realidad, aunque el lenguaje de ciertos filósofos pudiera respaldar esta posición, eso no es así. Como decíamos, todas las religiones y concepciones filosóficas fundamentalmente han hecho y hacen metafísica al preguntarse ¿qué es el todo? ¿qué es la existencia? ¿qué el cielo y la tierra? Todas distintas maneras de preguntar lo mismo; de hacer, precisamente, metafísica.

Y de ninguna manera éstas parecen cuestiones abstrusas, sino sumamente significativas para la vida de cada uno. Porque en las preguntas ¿qué es el todo?, ¿qué es el ser? ¿qué es el cielo y la tierra? y ¿porqué y para que la existencia?, está implicada la pregunta ¿qué o quién soy yo? y ¿para qué existo? ¿qué es el hombre? Preguntas que solo un tonto sin remedio puede prescindir de hacerse, al menos alguna vez en la vida.

Y, respecto de que existen tantas metafísicas como filósofos, esto tampoco es cierto. Porque la verdad es que existen solo dos grandes metafísicas y no más de dos. Siendo todas las demás variantes de una de ellas.

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